domingo, 30 de mayo de 2010

Un Crudo Diagnóstico, Una Oportunidad para la Esperanza

Una nota sobre la España Post-Tijeretazo. Apenas una semana después de que el Ecofin (el Consejo de Asuntos Económicos y Financieros de la Unión Europea, integrado por los Ministros de Economía y Finanzas de los 27 estados miembros de la Unión, así como los Ministros de Presupuesto cuando se discuten cuestiones presupuestarias) aprobase imponer mayores controles sobre los hedge funds con un criterio de oportunidad que recuerda al refrán castellano que censura tapar el pozo después de que el niño se hubiese ahogado, el Partido Socialista Obrero Español aprobó en solitario y por un solo voto el real decreto-ley de medidas de ajuste del gasto público que aprobó el Gobierno español el pasado jueves. Con motivo del ambiente enrarecido que ha dejado el maremoto económico de las últimas semanas, un buen amigo mexicano ampliamente versado en cuestiones españolas me ha hecho llegar en un correo electrónico su lacónico (¡y durísimo!) diagnóstico sobre la situación actual en esta orilla del Atlántico (espero que pueda perdonar mi ciber-indiscreción, pero su lucidez me impresionó a tal grado que realmente estimo imprescindible compartirla con los tres lectores de este blog):

«La crisis económica siempre trae consigo su pathos destructivo que anida en la mente de la gente sin que se dé cuenta. Jamás volverá la España dorada del felipismo y su optimismo falsamente cosmopolita y turbiamente democrático, mucho menos la fantasía ostentosa del Aznar. La ideología galáctica que infestó al fútbol y a la política, a la cultura y la economía, se ha convertido en la escena darwinista más feroz. Ni modo, hay que salvarse de alguna forma».

A diferencia de mi amigo, me gustaría figurar para esta tierra un futuro más allá del sálvese quien pueda por dos razones. La primera es, sin mayores preámbulos, eminentemente práctica: mi vida actual está fincada en España. La segunda, en cambio, apela a esas razones del corazón que hoy en día han perdido tanto prestigio, pero que (creo) todavía valen en la medida en que sean ponderadas con un poco de buena fe. Después de ocho años por estos lares, uno acaba tomándoles cariño, y ciertamente me gustaría que la crisis tuviese un desenlace esperanzador. Quizás sea una buena noticia que los tiempos pasados no puedan repetirse. Utopía es novedad: anticipación de un mañana mejor, en que (¡ojalá!) los ciudadanos y las ciudadanas votarán por aquellos programas e idearios que consideren auténticamente emancipadores, y exigirán a los políticos que los representan que obren en congruencia con ellos, en vez de dejarse seducir por las consignas vacías o los rencores viscerales que nutren la metáfora caníbal de las dos Españas*.

PD. A los amigos y las amigas en Colombia: hoy toca votar. Con todo cariño, les deseo que mañana, a esta hora, la Esperanza (que es el motor ético de la utopía) haya tocado a las puertas de su democracia...


* Me refiero, por supuesto, a la inquietante imagen del conflicto fratricida latente en el célebre poema machadiano: «Ya hay un español que quiere/ vivir y a vivir empieza/ entre una España que muere/ y otra España que bosteza/ Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios/ una de las dos Españas/ ha de helarte el corazón».

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